lunes, 27 de febrero de 2017


Personalmente he estado esperando un seminario como el de Ricardo Marín hacía mucho tiempo. Por fin ha acudido un ponente a nosotros defendiendo el poder comunicativo de la imagen en archivos académicos. Mi propia experiencia ha sido lidiar con las palabras para redactar mi proyectos de grado en Bellas Artes, porque en la Universidad, teóricamente artística, valoraban por encima de la obra misma cómo podía yo plasmar mis intenciones sobre el papel.

Marín nos mostró un ejemplo de Trabajo Final de Máster ocupado en gran parte con un trabajo fotográfico. Surgió el debate en clase sobre la efectividad de tales imágenes sin palabras y muchos aún pensaban que el texto debía estar presente.

Somos conscientes cada vez más de la existencia de varias inteligencias, ¿por qué sigue el marco académico estancado en defender la legitimidad del trabajo escrito como única posibilidad expresiva?

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